Ayer
soñé con Diana. La soñé expandida, la soñé desnuda, caminando en medio de las
piedras, cerca de la madrugada.
La
soñé tranquila, serena, buscando y
buscando-me. Sentí sus manos tomar las mías y me dejé tomar, me dejé llevar.
Ella
se acababa de bañar, el calor de ese entonces lo ameritaba, lo justificaba.
Estaba en mi cuarto cuando escuche pasos afuera, fue cuando decidí salir a ver
que ocurría.
Y
la vi.
De
lejos, y también de cerca. La vi en medio de la oscuridad y mi cuerpo se
alegró, me alegré aún más al recordar que ya se me había acabado la regla.
Seguí
deslizándome hacia ella y mis manos sudaban, me había imaginado este encuentro
en diferentes versiones durante 2 semanas, que era el tiempo que había
transcurrido desde nuestro primer y último encuentro.
Venía
con el cuerpo húmedo, de agua del río, húmedo luego de aliviar el calor, húmedo
y sediento de mas humedad.
Mi
cuerpo estaba seco, pero al verla e imaginar todo lo que quería hacerle y que
me hiciera empezó poco a poco a humedecerse, a humedecerme.
Al
tenerla frente a mí no quise decir nada,
ella llevó sus dedos a mis labios, los tocó y yo los besé. Me acarició la cara,
las mejillas, los ojos y los cerré pues quería sentir el momento. Aún en la
oscuridad, con ella me sentía plena y sin miedo, sin temor.
Pegó
su cuerpo al mío y sentí sus pechos, su piel y mi humedad se hizo eterna.
M
observó. Me observaba con detenimiento, me sonreía y yo absorbía cada detalle
de la imagen, de su imagen, del momento.
Ansiaba
comerla a besos, probar su lengua, morder sus labios; pero el tiempo se
alargaba y también era placentero simplemente ser, simplemente estar.
Me
encantó que estuviéramos las dos ahí, sin nadie más, sin miedos, solo las
ganas, el placer y nuestros cuerpos compartiéndose.
No
dejé de mirarla ni un segundo, mis piernas y mi vientre sentían todo el deseo
que se incrementaba en mi interior pero yo solo deseaba verla y sentirla
tocándome, tocándonos.
Le
acaricié el rostro, me acerqué y le besé el cuello…me quedé ahí un rato,
respirando, respirándola.
Ella
sonrió entre el cosquilleo y la excitación, me invitó a acompañarla al río, me
dijo que quería bañarse de nuevo, pero esta vez conmigo. No dije nada, solo la
seguí, tomadas de la mano nos alejamos de mi cuarto, de mi casa. Para ese
entonces las palabras no eran necesarias, no hacían falta.
Al
llegar al río me ayudó a quitare la ropa, mi pantalón, mi blusa, el brassiere,
el calzón. Soltó mi cabello, lo desenredó suavemente, me acaricio la cabeza. Yo
la desee.
Me
invitó a sentarme en una piedra del río, me dijo que ella quería dejarme caer
agua, quería que sintiera como esta recorría suavemente por mi cuerpo. Sonreí,
estos momentos me estaban resultando más excitantes y placenteros que el hecho
de imaginarme estar entre sus piernas o penetrarla.
Las
gotas de agua fueron recorriendo mi cuerpo, mi espalda, mis senos, mis piernas,
mi rostro. Al cabo de un rato yo estaba con los ojos cerrados y ella me dijo al
oído: ¿Nos vamos?- ¿Adonde? Le pregunté yo pues me acompañaba el deseo de
continuar no de que nos separáramos.
Me
respondió, no sin antes sonreír- “A mi casa”- y agregó- “tengo unas ganas locas
de comerte a besos, morderte los labios y sentir tu lengua mezclarse con la
mía”, yo sonreí y ella finalizo diciendo- “entre otras cosas”.
PD.
Lo que sigue imagínenselo y me comparten a ver si coincide con lo que ocurrió.
Kame Mayo 2012
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