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martes, 7 de enero de 2014

De caminos, viajes y fantasías

Por Gabriela Montiel



Los últimos días del 2013 me pasé leyendo  Bukowski y a Kerouac, las narrativa de ambos son diferentes entre sí pero me llevaron a lugares similares. Me revolqué hasta la suciedad con las historias de Bukowski, 15 centímetros es una de las que más me gustó, por su forma de narrar como se consume el cuerpo en una relación y también por recrear una perspectiva divertida de fetichismo en “el acto final”.

Keoruac en Los Vagabundos del Dharma me hizo recordar, reflexionar y acompañar viajes y caminos que son hasta donde pueden ser, que no pretenden ser más, aun cuando se problematicen en exceso. Plantea preguntas y sobre todo silencios, soledades y relación con todo aquello que nos desborda.

El despreocuparnos de ser, y empezar a vivir. Una de las ideas que me quedó martillando la mente y el cuerpo, que quedó entonces resonando en las vértebras y en las células de mi ser. Leyendo las últimas 17 páginas de Kerouac llegó el momento de regresar a la oficina.

Mi primer día de trabajo y mi vuelta a las rutas. A las 4 rutas que tomo diario para ir y venir de mí trabajo; 11-101…101-111. Historias que se perciben y que luego se van. En esas estaba cuando recién me sentaba en la 101 para llegar a la oficina y acompañaba el viaje una de esas canciones de tra tra tra, que ya ni recuerdo como va. Lo interesante es que empecé a imaginar cómo sería si fuera conductora de ruta. Sobre todo pensaba en qué música pondría, definitivamente creo que no pondría el tra tra tra.

Y pensé en cómo sería ir conduciendo y poner a las Brigitte, o a Zaz, o a los Red Hot. Imaginé que pasaría con la música de las Brigitte, siendo tan sensual, o escuchar música en otro idioma que no entendiera nadie y que solo fuera algo que se sintiera. Sería interesante probar.

Mi ruta sería muy experimental, en lo que a música de fondo se refiere, pero seguro que habría diversas reacciones y eso es lo que sería bueno ver. La gente casi nunca se queja de la música a todo volumen que ponen en la rutas por más odiosas, aburridas, depresivas y violentas que sean. Sería interesante ver que música pondrían conductoras, algunas seguramente pondrían más de lo mismo, talves más canciones románticas, no sé, pero conozco unas cuantas mujeres Brujas que se divertirían mucho, junto conmigo programado listas de música que marcara otros ritmos y otras notas. Aunque luego me digan que las quita, sería interesante probar con los ritmos. 


Y a esas listas de música que he ido descubriendo también les llamo meditación, así como Smith se iba con Japhy a las montañas a meditar en el camino (personajes de Los Vagabundos del Dharma), y Bukowski lo plasma en su narrativa con el alcohol. Meditar es todo lo que hacemos, sobre todo cuando nos damos cuenta que lo hacemos y nos damos el chance de sentir que experimentamos cuando lo hacemos, cuando dejamos de ser autómatas, y nos vaciamos. Algo bien difícil pero que pienso-siento que vale la pena. Ir en ruta también es meditar, según como resulte cada viaje. Algo se aprende.