G. Montiel
Ayer
rompí el silencio. Claro que lo hice. Pero la manera en que lo hice no me
gustó, me hizo sentir rechazo y confusión. Es una parte de mí que me disgusta,
aunque no la odio.
Es
como un estado.
Cuando
inicia, siento una ola de calor que recorre todo mi cuerpo. Ese calor en
realidad he ido aprendiendo que es energía que está latente en mí ser y que
existen indicios, situaciones o palabras que funcionan como botones de
encendido/apagado. Es así como todo empieza a subir, a mi cabeza. Sube hasta
explotar…
Cabe
señalar que nunca he llegado no a la mitad de la potencia que se puedo alcanzar
con ese estado….aún no.
Gabriela Kame