Me intrigaste desde el primer contacto,
con tu sentir
tus ideas
tus silencios...
Me atrajiste a tus brazos
serenamente
con una cadencia suave
como de ríos
de quebrada
sin intención clara,
solo fluyendo.
Me invitaste a tu compañía
a tu morada
a tu habitación,
yo accedí
acepte despertar a tu lado por las mañanas,
luego de haber compartido el sudor.
Te deseé
te encontré bello
en tu expresión máxima de la intimidad
del anhelo
de tu cabello.
Luego,
el tiempo hace su trabajo
o lo hace el ser humano,
sin pensar
o pensando mal
o demasiado,
pero algo hace para que el río
se convierta en cascada
en erupción;
en huracán
para finalmente, acabar
en una destrucción total.
Gabriela Montiel
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