Por Gabriela Montiel
Los últimos
días del 2013 me pasé leyendo Bukowski y
a Kerouac, las narrativa de ambos son diferentes entre sí pero me llevaron a
lugares similares. Me revolqué hasta la suciedad con las historias de Bukowski,
15 centímetros es una de las que más me gustó, por su forma de narrar como se
consume el cuerpo en una relación y también por recrear una perspectiva
divertida de fetichismo en “el acto final”.
Keoruac en
Los Vagabundos del Dharma me hizo recordar, reflexionar y acompañar viajes y
caminos que son hasta donde pueden ser, que no pretenden ser más, aun cuando se
problematicen en exceso. Plantea preguntas y sobre todo silencios, soledades y
relación con todo aquello que nos desborda.
El
despreocuparnos de ser, y empezar a vivir. Una de las ideas que me quedó
martillando la mente y el cuerpo, que quedó entonces resonando en las vértebras
y en las células de mi ser. Leyendo las últimas 17 páginas de Kerouac llegó el
momento de regresar a la oficina.
Mi primer
día de trabajo y mi vuelta a las rutas. A las 4 rutas que tomo diario para ir y
venir de mí trabajo; 11-101…101-111. Historias que se perciben y que luego se
van. En esas estaba cuando recién me sentaba en la 101 para llegar a la oficina
y acompañaba el viaje una de esas canciones de tra tra tra, que ya ni recuerdo
como va. Lo interesante es que empecé a imaginar cómo sería si fuera conductora
de ruta. Sobre todo pensaba en qué música pondría, definitivamente creo que no
pondría el tra tra tra.
Y pensé en
cómo sería ir conduciendo y poner a las Brigitte, o a Zaz, o a los Red Hot. Imaginé
que pasaría con la música de las Brigitte, siendo tan sensual, o escuchar
música en otro idioma que no entendiera nadie y que solo fuera algo que se
sintiera. Sería interesante probar.
Mi ruta
sería muy experimental, en lo que a música de fondo se refiere, pero seguro que
habría diversas reacciones y eso es lo que sería bueno ver. La gente casi nunca
se queja de la música a todo volumen que ponen en la rutas por más odiosas,
aburridas, depresivas y violentas que sean. Sería
interesante ver que música pondrían conductoras, algunas seguramente pondrían
más de lo mismo, talves más canciones románticas, no sé, pero conozco unas
cuantas mujeres Brujas que se divertirían mucho, junto conmigo programado
listas de música que marcara otros ritmos y otras notas. Aunque luego me digan que las quita, sería interesante probar con los ritmos.
Y a esas
listas de música que he ido descubriendo también les llamo meditación, así como
Smith se iba con Japhy a las montañas a meditar en el camino (personajes de Los Vagabundos del Dharma), y Bukowski lo
plasma en su narrativa con el alcohol. Meditar es todo lo que hacemos, sobre
todo cuando nos damos cuenta que lo hacemos y nos damos el chance de sentir que
experimentamos cuando lo hacemos, cuando dejamos de ser autómatas, y nos vaciamos.
Algo bien difícil pero que pienso-siento que vale la pena. Ir en ruta también
es meditar, según como resulte cada viaje. Algo se aprende.